Ahorro. ¿Te imaginás cómo estaría ahora tu cuenta bancaria si -desde que comenzaste en tu primer trabajo y hasta hoy día- hubieras guardado el 10% de tus ingresos?
Acordáte de tu primer sueldo hace unos 10 o 20 años, hoy te da risa pero en ese momento te pareció una fortuna.
Pensá en esos ingresos más jugosos que fueron llegando después, cuando comenzaste a ganar mejor. Hacé el cálculo y espantáte.
Mi primer trabajo
Mi primer trabajo lo tuve a los 13 años.
Quería dejar de tener que pedirle a mi mamá que me compre cosas. Así que le pedí que me contrate como su secretaria en la imprenta. Ganaba Gs. 10.000 por día, trabajando de 15:00 a 19:00 horas.
Dos semanas después me compré unos championes de tela gamuzadita negra de marca Gaelle, en una tienda sobre la calle Estrella.
Mi segunda compra fue un reloj Paddle Watch de malla lila y diseño de flores entre las manecillas.
Me encantaban. Pero sobre todo me llenaba de orgullo saber que me los compré yo misma, con mi propio dinero.
Desde ese día nunca dejé de sentir esa pequeña adrenalina de calcular cuánto tengo que producir para poder alcanzar mis metas. Hoy los cálculos van más allá del cuánto gano, cuánto cuesta lo que quiero y cuánto tiempo debo estar sin gastar. Pero la base sigue siendo la misma: El ahorro.
Aprendí a ahorrar desde chica
Desde chicos, y más aún cuando empezamos a ganar nuestro propio dinero, mi papá fue el que siempre nos alentó a ahorrar. Angá na él siempre quedando como el tacaño de la familia. Insistía en que debíamos ahorrar el 10%.
¡El famoso 10%! Ahora de grande, leo libros sobre finanzas personales y los expertos lo repiten como loros. Sí, papá tenía razón.
De todos modos, entre mis hermanos podría decir que yo fui la que más se copó con este concepto de ahorrar.
Ahorraba para las vacaciones. Porque cuando viajábamos a Corrientes en familia paseábamos mucho y yo quería comprarme cosas de la calle Junín.
Ahorraba para cosas específicas.
Ahorraba y gastaba y luego volvía a empezar.
Me acuerdo que una vez, cuando tenía más o menos 17 años le explicaba a mi novio de aquel entonces este concepto.
Pero para no quedar como una tacaña le dije: «La cosa es gastar el 90% de todo lo que ganes. ¡Es muchísimo! Si te ponés a pensar: Te pagan Gs. 1.000.000 y de eso, Gs. 900.000 reventás! Hacés lo que querés, te vas de joda, te comprás ropa, regalos, lo que quieras. Pero ese otro 10% ni lo mires.»
Yo misma me sorprendí de lo que dije. Viéndolo así ya no parecía tan difícil. Desde que descubrí esa manera de mirar al ahorro, sigo enfocándome en el vaso medio lleno.
Convertir el ahorro en un hábito
El ahorro definitivamente es una cuestión de disciplina pero más que nada de hábitos. Para tenerlo incorporado como rutina se empieza con esfuerzo, con olvidos, con mandar todo a la mierda y volver a empezar.
Es persistir, pero luego comenzar a ver los efectos y sentir orgullo. Como un músculo que se ejercita y se fortalece, que va mostrando resultados y motiva. Como una semilla, que luce ingenua pero tiene gran potencial.
El ahorro es la base fundamental para tu tranquilidad financiera. Puede evitar muchos conflictos en tu vida personal y familiar.
Pero voy a seguir insistiendo con esto: Ahorrar no tiene que ver con cuánto ganes ni con esperar a que llegue el momento indicado, sino con hacerlo ya. Y lo mejor de todo: Vos podés.