Cuando está por empezar el año, todos -en mayor o menor medida- tenemos deseos, planes, propósitos, metas. Pero al paso de los meses, todos -más en mayor que en menor medida- vamos declarando so’o algunas de estas resoluciones.
¿Por qué seguimos cayendo en esta trampa?
¿Cómo podemos planificar nuestro año de manera realista para no caer en la desilusión allá por julio?
Aquí algunos consejos…
Escribir
Sea cual fuera tu propósito: dejar de fumar, bajar de peso, ahorrar, hacer ejercicio, no basta con pensarlo o incluso decirlo ¡tenés que escribirlo! La escritura es una acción poderosa. Nos compromete con nosotros mismos, define nuestras prioridades y le da una orden a nuestro cerebro de que esto va en serio.
Áreas de tu vida
Antes de sentarte a escribir, aseguráte de repasar todas las áreas de tu vida. Podés dividirlas en Salud: Vicios que quieras dejar, cuidar tu dieta, hacer ejercicio, controles médicos. Trabajo y carrera: Cuánto querés ganar, a dónde querés ascender, si querés retirarte, emprender algo nuevo, estudiar, capacitarte. Relaciones: Si querés mejorar, sanar o fortalecer la relación que tenés con tus padres, hermanos, pareja, hijos, amigos. Espiritualidad: Conectarte más con tu ser interior, practicar la caridad, seguir la religión que elijas.
Cuantificar
No dejes tus planes en la nebulosa. Ponéle números y plazos. No digas solamente «quiero ganar más» anotá cuánto más querés ganar. Con bajar de peso lo mismo. Existen metas más difíciles de cuantificar, pero hacé el esfuerzo y ponéle un número. No vale solamente decir «quiero pasar más tiempo con mi pareja/hijos» Anotá cuánto tiempo significa eso por día, semana o mes.
Ser compasivo con tu Yo del futuro
Es probable que ahora con la euforia del año nuevo, al planificar tu futuro -sobre todo al cuantificar tus metas- te veas con toda la fuerza de voluntad del mundo. Pero no te dejes guiar por el entusiasmo momentáneo y fijáte metas que puedas cumplir, incluso ponéte metas por debajo de lo que pienses que podrás llegar. Es muy probable que finalmente vayas por encima de tu meta.
Los planes a medias también valen
No todo debe ser radical, por ejemplo, si querés dejar de fumar pero en el fondo sabés que aún no estás preparado podés proponerte fumar tan sólo un cigarrillo menos al día. Con el tema de cuidar tu dieta podrías proponerte comer una fruta al día sí o sí, por más que sigas consumiendo comida chatarra. O si querés leer más, no te pongas la alta meta de terminar un libro al mes, con proponerte leer 5 minutos al día ya estás.
Aquí lo importante no es el impacto directo de los resultados, sino el hecho de implementar la costumbre.
Planificar
Ahora sí, llegó el momento de armar tu hoja de ruta. Escribí detalladamente qué y cómo vas a hacer para cumplir esas metas.
Dividí tareas grandes en varias pequeñas, y trazá objetivos a corto, mediano y largo plazo. A modo de que cada día tengas al menos una acción a realizar por tu meta.
Anotá cómo vas a empezar. Quiénes serán tus aliados. Cuáles son los factores que te pueden jugar en contra. Adelantáte a todo esto y anotálo ahora, que después se vienen momentos de incertidumbre y los vas a necesitar. Este plan será tu guía para no perder el foco en todo el año.
Lo más importante: El año empieza cuando vos quieras.
Personalmente amo el lienzo en blanco, las habitaciones vacías y una agenda nuevita para completar. Pero también aprendí que todos estos factores pueden darse cuando yo quiera.
Dejé de esperar a los lunes para empezar una dieta, o que termine el año para trazar metas radicales a mi vida. Aprendí a guiarme por el calendario de mis emociones y a escuchar con inteligencia esos gritos de cambio que todos tenemos.
Aún así el año nuevo me sigue pareciendo irresistible. ¡Te deseo un 2018 lleno de checks en tu lista de alegrías!