¿Cuántas veces te pasó que planificaste todo tu día, incluso tu semana, pero llegado el momento no tenés ganas de hacer nada de eso?
¿Cuántas desvelos tenés por culpa del entusiasmo desbordante de las nuevas ideas en la madrugada, sin embargo al día siguiente, al momento de accionar, sólo querés dormir?
Si te pasa mucho (como a mí) debe ser porque en tu agenda diaria estás gestionando sólo tu tiempo, no tus energías. ¿Cómo se gestiona la energía entonces?
Desde que sigo a David Allen, con su método GTD para la productividad personal, tengo un gran pendiente, y es el de gestionar las energías.
El método no sólo nos recomienda clasificar nuestras tareas según prioridades y contexto, sino también de acuerdo a las energías que requieren de nosotros. No es fácil. La energía de cada uno es algo tan subjetivo que resulta mucho más complejo clasificarlas.
La panameña Stefany Cohen en su charla TEDx «Canaliza tu energía y termina tus proyectos« afirma que el error está en pensar que las fluctuaciones de nuestros estados productivos tienen que ver con el estado de ánimo, en lugar de las energías.
Ella nos invita a hacernos estas tres preguntas para detectar dónde se encuentran nuestras energías y luego saber cómo gestionarlas:
1. ¿En qué momento de tu día laboral te sentís con más energías?
Para algunas personas es en la primera mitad del día. Arrancan temprano, se sienten descansadas y con todas las pilas para accionar. Producen un montón y a medida que pasa el tiempo la energía va decreciendo. Llega la hora de terminar la jornada y están exhaustas, solo quieren ir a descansar, salir a divertirse, etc.
Para otras (creo que este es mi caso) es más bien de la mitad del día en adelante. Me pasa que me cuesta arrancar a la mañana, como el motor de un auto viejo en invierno, pero a medida que empieza a calentar, ruge con todo, y después el problema está en apagarlo y enfriarlo.
Entonces, ¿qué hacer? Una vez detectado tu momento de mayor energía, lo que se recomienda es utilizar estos tiempos para tareas creativas, aquellas que requieran pensar mucho, concentrarse, innovar. Dejá para después (en momentos de energía menos elevada) aquellas actividades más operativas, reuniones, seguimiento, llamadas, responder e-mails, hacer compras, etc.
2. ¿Después de qué actividades te sentís con más energías?
Hacer ejercicio, dormir profundamente, salir a caminar, leer, hacer manualidades, yoga, reiki, lo que sea… Hay actividades que te llenan de energía y entusiasmo para accionar.
Identificá cuáles son, y organizá tu agenda a modo de tener estas actividades antes del momento creativo/productivo.
3. ¿Qué personas de tu vida te dan (o roban) tu energía?
A todos nos pasa: Reunirnos con alguien y salir lleno de ideas, soluciones y mucho entusiasmo. Así también todo lo contrario, gente que nos chupa la energía y nos bajonea.
Empezá a detectar quiénes son las personas con las que intercambiás buenas energías y programá reuniones, salidas, actividades con ellas para los momentos previos a la creatividad.
Mi experiencia personal: Aprender a cortar el chorro.
Dice Stefany: «Así como regulamos el uso del agua a través del grifo, la luz con un dimer, y la temperatura del aire acondicionado tenemos que aprender a regular nuestra energía».
Confieso que esto es lo que más me cuesta, pero lo vengo implementando hace un tiempo y me funciona.
Por más que esté en un momento de mayor entusiasmo e inspiración, pero si el horario, mi cuerpo, mi mente, (muchas veces mi familia), me piden parar, lo hago.
La clave está en hacerlo con una buena actitud. Sin pensar que este corte va hacer que el momento de inspiración se vaya para siempre, sino confiando en que volverá mañana, cuando yo lo llame. Y así pasa.